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Mécanica preventiva: guía de mantenimiento

Una serie de recursos para descubrir el origen de algunos ruidos y chasquidos provenientes de nuestra bicicleta. Y las soluciones. Asiento, platos y palancas,  ruedas decentradas, stem torcido y manijas de freno que dañan el cuadro.

Esos famosos ruiditos

 

Luego de la limpieza extrema no nos queda otra que dar una vueltita. Es el momento de lo inevitable, ya que prácticamente siempre surjirán esos insoportables crujidos o chasquidos que nos taladran la cabeza. Como primera pauta, la única forma de detectarlos e identificarlos es pedaleando. Luego habrá que buscar las soluciones.

 

Así que a pedalear, y lo más aconsejable es hacerlo primero sentados y luego parados sobre los pedales. De esta forma sabremos fácilmente si estos sonidos se producen por los platos/palancas/pedales y movimientos de dirección o si simplemente provienen del asiento.

 

Divido a estos ruidos como “crujidos” o “chasquidos” justamente por que suenan diferentes. Una cosa es cuando cruje alguna pieza y lo hace junto con el ritmo del pedaleo y otra  muy distinta es cuando se escuchan chasquidos que no tienen ningún tipo de relación entre sí.

 

Identificado el sector de donde proviene el sonido, para poder solucionarlo definitivamente hay que estudiarlo. Es muy común decir que “tiene un ruidito acá o allá” y en el momento en que la prueba la hace un mecánico el “ruidito” no aparece.

 

Un clásico: algo similar sucede cuando vamos al médico con un síntoma que apreciamos a las apuradas y justo en el momento de la entrevista no quiere aparecer.

 

Primero entonces hay que definir con precisión el sector donde se inicia el ruido y hasta intentar provocarlo más aun, de modo que podamos acercarnos mejor a la raíz del asunto. Obviamente, si el sonido desaparece cuando utilizamos la bicicleta parados sobre los pedales es por que hay algún problema en la zona del asiento.

 

 

El asiento

 

De ser así, deberemos sujetar firmemente la bicicleta y torcer el asiento hacia arriba y hacia abajo. Seguramente en alguno de estos movimientos le vamos a encontrar “un chasquido” muy molesto que puede suceder por varios motivos.

 

Uno de ellos es la falta de lubricación. El tema pasa porque en la inserción del asiento hay dos piezas de metal trabajando y torsionando constantemente. Al escasear el lubricante se produce ese ruido tan desagradable. La solución para esto es limpiar con un trapo el conjunto caño/cuadro y luego lubricarlo con grasa de algún tipo -menos de litio,que se pudre con el tiempo.

 

En el 90% de los casos con esto se soluciona, en el otro 10% no…, y habrá que seguir buscando en ese mismo sector.

 

Revisamos entonces el collar de asiento. Probablemente haya que ajustar bien la pieza donde se ajusta el caño de asiento, sea con llave allen o con cierre rápido. De persistir el sonido no nos quedará otra que aflojar esta abrazadera, retirarla y limpiar con un trapo todo el sector, para luego engrasarlo como lo hicimos anteriormente con el caño de asiento. Se vuelve a armar todo y listo, o mejor dicho a probar nuevamente con movimientos ascendentes y descendentes.

 

Si el ruido persiste, antes de abandonar (o romper todo) prueben por último con la grampa que tiene el caño para sujetarse al asiento, que en la mayoría de los casos es como si fuese una prensa con dos ranuras que sujeta a los rieles del asiento. En ocasiones esta pieza tiene mucha suciedad o simplemente está floja. Para solucionarlo habrá que retirar el asiento de la grampa, limpiar bien los rieles y todo el conjunto y lubricar un poco.

 

Se vuelve a armar todo una vez más y se prueba nuevamente.

 

En el 99,9% de los casos ya estaríamos a bordo de una nave con asiento silencioso. Pero siempre hay una excepción para cada regla y es que en algunas rarísimas ocasiones será el asiento mismo el que esta teniendo problemas, seguramente en el anclaje que tienen los rieles a su estructura. En este caso, no quedará otra que probar con otro asiento.

 

Puede también suceder que el ruido siga, pero no será ahora responsabilidad del asiento ni de su anclaje. Así que antes de agarrar todo a mazazos, conviene saber que hay algunos caños de asiento de aluminio que vienen con la grampa embutida o empipada, no en una sola pieza como la absoluta mayoría. En el “0.01%” de los casos esta grampa se despega o desclava y produce un sonido horrible e inconstante. Lamentablemente si esto ocurre habrá que cambiar el caño de asiento, ya que el problema no tiene solución. Tampoco se puede percibir fácilmente, y se lo logra sólo afirmándose en el mismo y haciéndolo girar hacia la izquierda y hacia la derecha.

 

 

Platos y palancas

 

Ya que de lo que estamos hablando es de sonidos molestos, el que ocupa el segundo lugar del ranking es el de los platos y palancas. Para precisarlos seguiremos el mismo sistema de detección que describimos más arriba,

A este crujido será más fácil de reconocerlo, ya que lo hará todo el tiempo, parados sobre los pedales o sentados, y justo al ritmo del pedaleo. También ocurre que en el 90% de los casos este sonido se origina por un tema: la gran mayoría de los platos y palancas son de aluminio y todas las cajas pedaleras, sean del tipo que fueren, tienen ejes de acero.

 

La torsión permanente hace que al faltar lubricación entre ambas partes, crujan con un ritmo constante. La única manera que hay para sacar ese horrible ruido es desarmar todo el conjunto, limpiarlo, lubricarlo y volverlo a armar. Santo remedio.

Por supuesto, el trabajo habrá que hacerlo con un extractor especial y dependiendo del tipo de caja pedalera se necesitarán herramientas como para meterse un poco más de lleno en el asunto.

 

Pero como los casos pueden ser diferentes, antes de comprarse todo el kit o visitar al mecánico es conveniente controlar los tornillos de los platos (si es que los platos son intercambiables) o ajustar los pedales, ya que estas piezas, cuando están levemente sueltas, producen exactamente el mismo tipo de ruido.

 

 

Ruedas descentradas

 

Muchas veces ocurre que al girar una de las ruedas se la ve con un ligero vaivén en la cubierta y no en la llanta, como cuando está golpeada. En muchos casos la llanta está en perfectas condiciones y es la cubierta la que está produciendo el desperfecto. Esto sucede por el talón y por cómo está talonada. Ocurre que las cubiertas tienen un pequeño labio saliente que encastra perfectamente con otro labio interno que tiene la llanta, y si no se tomaron los recaudos necesarios al armar la rueda, talonándola bien, va a quedar como deformada. Presten atención a la línea que acompaña al talón en la cubierta y justo en el lugar donde desaparece es donde está el problema.

 

Puede suceder que a veces, cuando una cubierta estuvo mal talonada durante mucho tiempo es realmente muy difícil volver a acomodarla. Un pequeño truquito para solucionar este problema es ponerle algo de aceite o grasa en la zona y darle bastante aire a presión. Si esto no funciona habrá que sacar la rueda, desinflarla por completo, destalonarla en su totalidad, ponerle detergente o agua y jabón en todo el talón a ambos lados y darle nuevamente aire. Va a llegar un momento en que el aire a presión hará que finalmente salte, haciendo un sonido fuerte (atención, tiene que estar todo en buenas condiciones, ya que si no correremos el riesgo de que se reviente la cámara.)

 

Stem torcido

 

Otro tema que trae muchos dolores de cabeza a los usuarios es que la rueda delantera quede torcida. En verdad, no existe ningún método 100% efectivo para estos casos, y hay gente que se obsesiona mucho con esto. Lo que personalmente recomiendo es colocar la bicicleta en un buen plano, preferentemente que tenga baldosas bien grandes, y apoyar las dos ruedas en la línea de estas. A continuación, mirando la bicicleta desde arriba (subidos en ella) y habiendo dejado el stem levemente ajustado, con pequeños golpecitos (con el pie) en la rueda trataremos de llevarla hacia el lado que nos interesa enderezar. Iremos viendo que la cruz que se forma entre el manubrio y la rueda delantera quede simétricamente perfecta, para que por último se termine de comprobar con la línea de las baldosas, con la que también tiene que quedar la rueda delantera perfectamente en línea.

En muchos casos este ajuste depende de con qué ojo miremos, ya que si cerramos el izquierdo nos da un centro y si cerramos el derecho nos da otro. Por eso lo mejor es mirar con los dos al mismo tiempo, sobre la bicicleta y con esta apoyada perfectamente sobre una línea que sirva de referencia.

 

 

Manijas de freno que tocan el cuadro

 

Este tema no es fuente de ruidos pero suele traer desagradables consecuencias. Siempre es conveniente controlar que cuando se gira el manubrio las manijas de frenos no toquen el cuadro en el caño superior, ya que es un clásico que en la primer caída éstas terminen rayando este caño, un verdadero bajón.

 

Controlaremos esto simplemente haciendo girar el manubrio hacia cada uno de los lados, comprobando que la punta de las manijas de freno no toquen el cuadro. Si lo hace, la solución es subirlas un poco. Incluso en algunos casos sólo con subir la comba del manubrio será suficiente, porque aun si uno tiene un manubrio “recto”, fíjemonos que no es totalmente recto, sino que tiene una ligera curvatura que en muchos casos viene armada hacia abajo, lo que está mal, ya que la comba o curva que tienen los manubrios rectos tiene que estar sí o sí arqueada hacia adentro y algunos grados hacia arriba. Sólo colocando la bicicleta parada y observándola de costado en perspectiva vamos a notar que esta posición tiene que estar alineada en dirección de los brazos y hombros del ciclista y nunca hacia abajo. Esto mejora la posición de manejo y es una de las primeras pautas sobre la línea final de una bicicleta. Una manera sencilla de comprobar esto es fijarse que el logotipo del manubrio tiene que quedar apuntando hacia el frente (los fabricantes no son zonzos, quieren que su marca se vea.) Esto también va a contribuir a que las manijas de freno no toquen el cuadro.

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